miércoles, 29 de junio de 2011

Confesiones.

Debo confesar que tengo los relojes atrasados una hora para estar en su horario y sentirme a su lado; que he dicho mil veces que me rendía y mil y una que le quería; que tal vez la cabeza me pida tirar la toalla pero el corazón sabe que esa no es una opción posible; que he podido llorar lo inllorable, esperar lo inesperable y explicar lo inexplicable pero todo se ve recompensado con una de sus sonrisas; que cuando me hundo con sólo una de sus palabras todo parece mejorar; que mi vida gira alrededor de él aunque la suya este a años luz de la mía; que echarle de menos se ha convertido en el pan de cada día y el hambre de cada noche; que hasta el más mínimo detalle me lleva a pensar que no le tengo a mi lado; que sé que esto no va a acabar como las típicas historias de amor; que la distancia lo acaba pudiendo con todo, hasta con las ganas de querer; que la lluvia me empapa los huesos si no le tengo a mi lado; que los lunares de su espalda cada día los recuerdo más pequeños; que no creo en el amor, que creo en él.

martes, 7 de junio de 2011

El vendaval del amor.

La casa estaba vacía, bueno no, estaban ellos que llenaban y arrasaban todo aquello que se encontraban, el vendaval del amor les llamaban algunos. Estaban de pie, frente a la chimenea, ella con los ojos vendados y él con una sonrisa temerosa (¿quién sabe? –pensaba- a lo mejor la idea de irse a vivir a su ciudad podía no convencerla. Iluso de él, la chica había soñado con eso desde la primera mirada que cruzaron).
-Quítate la venda –la dijo mientras posaba la mano en su hombro-.
-¿Qué hacemos en esta casa?
-No se dice esta casa, se dice nuestra casa -articulo muy lentamente-.
-¿Cómo que nuestra casa? ¿Estás loco?
-Por ti.
-¿Y qué haremos con la hipoteca?
-No lo sé.
-¿Y con mis padres?
-No lo sé.
-¿Y con los tuyos?
-No lo sé.
-¿Y qué sabes?
-Que quiero estar contigo, ¿te vale?
-Me sobra.

Pero nunca les sobraría sonrisas, besos y abrazos. El "buenos días, princesa" que decidió pintar en el techo de su cuarto, y como ella contraataco cambiando el nombre del azucarero por "lo más dulce de esta casa eres tú". Las guerras de mensajes escritos en el espejo del baño mientras el otro se duchaba, aunque aquí siempre ganaba el que decidía pasarse por agua también, porque como él decía "las cosas bonitas no lo son si no estás tú escuchandolas".